Los derechos de los adultos mayores en un mundo 2.0

Elian Facundo Yorlano[1]

Hay consenso absoluto en que la pandemia ocasionada por el COVID – 19 ha fragmentado nuestros esquemas en partes diminutas. Nos vimos acostumbrados a ingresar en un mundo desconocido, con videollamadas constantes, la distancia social como regla, la inserción del teletrabajo, y ocuparnos de la vulnerabilidad del exterior. Es bien sabido también que la pandemia, y sus consecuencias sanitarias y económicas, no han afectado a todos por igual. En este artículo me referiré especialmente a los adultos mayores, y cómo sus derechos mutaron con la llegada de lo imprevisto.

Ante una generación que ha nacido en épocas donde la Inteligencia Artificial era una manera utópica/distópica de ver el mundo, la sociedad de la información y la comunicación, puede excluir a un importante número de Adultos Mayores que cuentan con la riqueza de la experiencia vivenciada a través de los años (Boarini, Cerdá, Rocha, 2006)[2]. Hay que buscar rebasar los estereotipos de deterioro, fragilidad e incapacidad, al propiciar la interacción entre distintas generaciones y a través del uso de las nuevas TIC, para romper con los paradigmas centrados en el déficit, avanzando hacia modelos más incluyentes, en donde predomine el respeto a la diversidad y el aprendizaje permanente. (CPU-e, 2012)[3]

Ahora bien, ¿de qué manera podemos fomentar la inclusión digital de los adultos mayores? Este es un cuestionamiento que debemos hacernos constantemente en nuestros días, y no debemos prescindir de él en el futuro. De otra manera, podríamos incurrir en una “exclusión digital”, y que esto conlleve consecuencias más gravosas, debido a que, en cuanto a estafas (telefónicas y digitales), los mayores suelen ser víctimas preferidas, los mensajes y llamados telefónicos fraudulentos, son el medio de ataque predilecto (Litvin, 2020)[4]. Sin embargo, estamos avanzando hacia una sociedad consciente de estos aspectos, ya que la única manera de evitarlos es con prevención, educación y corrección, así fue en el fallo «S.G.M.P. C/ Banco de la Provincia de Buenos Aires S/ Nulidad del Contrato” (“S.G.M.P. C/ Banco de la Provincia de Buenos Aires S/ Nulidad del Contrato”, Juzgado Civil y Comercial del Departamento Judicial de La Plata Nro.18, 18/09/2020), donde una mujer jubilada recibió una llamada telefónica, donde su interlocutor se identificó como la empresa proveedora de servicios de comunicaciones, alegando que la mujer había sido elegida como ganadora de un premio, a cambio de sus claves bancarias. En la sentencia, la magistrada da indicaciones al Banco para que informe y reintegre las sumas que fueron hecho de la estafa.

Y esto da el pie para lo que, según mi opinión, debe ser el esquema básico de acciones a tomar en estas cuestiones: prevención, educación y reparación.

Como ya expliqué, la prevención debe ser efectiva en la conjunción de las nuevas tecnologías y los adultos mayores, ya que son un grupo vulnerable a ciertas estafas por medios electrónicos, a través de las telecomunicaciones, entre otras.

Y con lo expuesto, entra en juego la educación, que posee un rol preponderante. La educación digital debe conformarse por un doble aspecto: su faz defensiva, y su arista inclusiva. Esto se puede evidenciar en conocimiento de que los adultos mayores son “factor de riesgo” ante personas que se identifican como empelados de Bancos, prometiéndoles un turno del banco y una suma de dinero. (Litvin, 2021)[5]. Esta problemática se puede evitar, por ejemplo, concientizando e informando a nuestros adultos mayores, de corroborar la autenticidad de los remitentes. Del mismo modo, en cuanto a los correos electrónicos enviados desde direcciones falsas, pudiendo percibirlo a través de distintas autenticaciones. Una prevención completa, por parte de todos, la sociedad en su conjunto, puede ser una herramienta muy útil a fin de erradicar una problemática in crescendo.

Por otro lado, la educación en su arista inclusiva significa hacer partícipes de los cambios sobrevinientes a los adultos mayores. Vivimos en una época donde damos pasos agigantados hacia una (según algunos autores) cuarta revolución industrial, donde las nuevas tecnologías serán las protagonistas. Y muchas veces, a nuestros ancianos se los toma como simples testigos de estas novedosas estructuras. ¿Y por qué? Una educación cierta, a través de cursos, charlas, herramientas y demás, pueden acercar a esta parte de la población a tomar decisiones fundamentales sobre estos tópicos. Exige un viraje cultural, ya que los prejuicios impuestos presumen la actuación integralmente joven, pero es tiempo de que la experiencia sea utilizada a nuestro favor.

Por último, la reparación debe estar asociada al momento en que la sociedad tuvo la responsabilidad de tomar ciertas acciones preventivas en beneficio de nuestros adultos mayores y no lo hizo, como por ejemplo en el caso de los engaños, maltratos y daños que surgen a causa de la tecnología, los cuales tienen un crecimiento actual, y debe ser tenido en cuenta. Hay un cierto “abuso de debilidad” que atañe a este grupo etáreo (Bottino, 2020)[6]. Y la sociedad en su conjunto es responsable de evitar llegar a la reparación integral por las consecuencias provocadas a causa de la desinformación. Uno de los recursos más utilizados es el cobro de los beneficios de jubilación o pensión, es decir, inducen por manipulación a la persona para que transmita datos sensibles a fin de poder cobrar el dinero que les corresponde. Lo cual se puede evitar a través de la utilización de datos biométricos o una educación férrea.

“Ganó $250 mil y nafta gratis por un año” es una noticia sumamente emocionante si llegase a ser verídica. Sin embargo, es un caso de estafa real que afectó a un hombre jubilado, por lo cual la Justicia tomó cartas en el asunto, y siguiendo la faz reparativa, la magistrada titular del Juzgado Civil y Comercial N.º 10 de La Plata, ordenó bloquear el robo de datos impidiendo al Banco realizar los descuentos ordenados por los estafadores.

En conclusión, podemos afirmar que los adultos mayores están en un momento donde sus “Derechos 2.0”, sus derechos digitales, están siendo vulnerados día a día, y a la misma vez, con un potencial enorme para ser explotados. Lo que urge es una concientización inminente, basada a través de una prevención y educación constante. A través de políticas públicas, de esquemas organizados por empresas, de parte de los nietos e hijos hacia sus abuelos, es menester poder organizarnos.

La tecnología es una herramienta útil para que la persona no tenga que salir y pueda pagar sus cuentas desde la comodidad de su hogar; el acceso a las redes sociales puede ser una forma de seguir en contacto a pesar del aislamiento o la distancia. Hay tantos beneficios y muchas veces muy poco conocimiento. (Modi – Sancho, 2020)[7].

En la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, los Estado Parte se comprometen, entre otras cosas, a “Promover la educación y formación de la persona mayor en el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) para minimizar la brecha digital, generacional y geográfica e incrementar la integración social y comunitaria.” (Art. 20, inc. d)[8]. Y hacia allí debemos seguir.

A modo de ejemplo, podemos enumerar algunos avances como el Programa Nacional de Acceso a Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para Adultos Mayores, que “tiene como finalidades promover la participación e integración social de los adultos mayores, facilitar la inclusión, entre otras, y se destina a los adultos mayores que perciban el haber mínimo como jubilados o pensionados”. Sin duda, un gran progreso.

Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Y atento la sensibilidad de la situación y la avanzada edad de las personas en juego, es menester actuar de una manera ágil y sin complejos entramados. Como sociedad, debemos entrar en acción para cumplir estos propósitos y lograr que nuestros adultos mayores tengan una mejor calidad de vida.


[1] Abogado egresado de la Universidad Nacional de La Plata

[2] Boarini, Mauricio N.; Cerdá, Ernesto P.; Rocha, Susana. 2006. La Educación de los Adultos Mayores en TICs Nuevas Competencias para la Sociedad de Hoy Secretaría de Extensión y Desarrollo – Departamento de Computación – Fac. de Cs. Exactas, Físico Químicas y Naturales – Universidad Nacional de Río Cuarto.

[3] González, Gabriela A.; García Gómez, Liliana; Mata, Andrea J. 2012. Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) como alternativa para la estimulación de los procesos cognitivos en la vejez. Revista de Investigación Educativa 14 CPU – e. enero-junio, 2012. Xalapa, Veracruz. Instituto de Investigaciones en Educación | Universidad Veracruzana

[4] Litvin, Jorge L. 2020. “Hackeados. Delitos en el mundo 2.0 y medidas para protegernos”. https://www.academia.edu/42784803/Hackeados_Delitos_en_el_mundo_2_0_y_medidas_para_protegernos. Versión pdf.

[5] Litvin, Jorge L. 2021. Estafas virtuales: “Los adultos mayores son factor de riesgo”. Diario San Rafael.https://diariosanrafael.com.ar/estafas-virtuales-los-adultos-mayores-son-factor-de-riesgo-338444/

[6] Bottino, Miriam L. 2020. “Abuso de debilidad: Los adultos mayores como blanco de engaños y manipulación financiera”. Dirección de Prensa y Comunicación Institucional. Poder Judicial de la Provincia de San Luis. https://diariosanrafael.com.ar/estafas-virtuales-los-adultos-mayores-son-factor-de-riesgo-338444/

[7] Modi, Carla B.; Sancho Manuela. 2020. “Coronavirus y adultos mayores”. La Ley 13/04/2020, 14 – LALEY2020-B, 635. AR/DOC/1020/2020.

[8] Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. (A-70). Artículo 20. Inciso D.